Paisaje Kárstico
Se conoce a una forma de relieve originado por meteorización química de determinadas rocas compuestas por minerales solubles en agua.
Su nombre se debe a la región del Karst ubicada en el extremo noreste de Italia, y el oeste de Eslovenia y Croacia; región caliza donde se avanzó notablemente en el estudio del fenómeno.
Paisajes kársticos en España
En España este tipo de relieve está ampliamente representado en la denominada España caliza.
Ejemplos de paisajes cársticos sobre calizas en la Península son el Torcal de Antequera (Málaga) o el Monasterio de Piedra en Zaragoza así como la Ciudad Encantada en Cuenca y el Macizo de Larra en Navarra.
Ejemplos de modelado cárstico sobre yesos existen en el Valle del Ebro, en Sorbas (Almería) o el Parque Natural de los Calares del Río Mundo y de la Sima en la provincia de Albacete.
TORCAL DE ANTEQUERA COMO PAISAJE KÁRSTICO
Desde el Norte de la provincia de Málaga, en dirección al Sur, es inevitable observar parcialmente la Sierra del Torcal, y en muchas ocasiones se puede contemplar un espectáculo casi onírico: mientras la Depresión antequerana permanece soleada, sobre las cimas del Torcal rebosan a borbotones unas densas nubes bajas, como si se tratara de una sulfurosa composición de alquimia. Son las conocidas brumas de esta sierra, cuyas precipitaciones, llamadas indirectas, son uno de tantos fenómenos del entorno deficiente conocidos.
Por un lado, la acción humana ha degradado hasta tal punto el entorno de El Torcal que la protección iniciada a finales de los años setenta se puede considerar un rescate in extremis. Y, sin embargo subsisten una gran cantidad de aspectos de esta formación natural ocultos, apenas estudiados incluso inéditos.
El agua es el elemento esencial en la formación de El Torcal. Su reacción química con el aire y la consiguiente disolución de las rocas calizas es el fenómeno base de las formaciones kársticas, como la que nos ocupa.
Pero la riqueza diferencial de El Torcal respecto de otros paisajes kársticos de Europa se debe a factores que van más allá del clima. De una parte, la existencia de distintos tipos de roca caliza, unas más blandas que otras, permite una gran variedad de entrantes y salientes, simas y agujas, que en su desarrollo dan lugar a las famosas dolinas o torcas, inspiradas de artistas de todas las épocas.
La estratificación de la tierra precede a la actividad erosiva, y se debe a la enorme presión de fuerzas tectónicas contrarias en una zona, la de El Torcal, que hace miles de millones de años se hallaba anegada por las aguas del Thetys, el legendario mar andaluz, del cual recogía sus sedimentos.
La escasa vegetación donde el musgo tapiza hasta el más insignificante arbusto y las enredaderas escalan incluso las paredes más insignificante arbusto y las enredaderas escalan incluso las paredes más insospechadas, se corresponde con el sobrio repertorio de especies animales de su ecosistema.
Sin embargo, no es ése su estado natural ni originario. De hecho, actividades económicas como el pastoreo intensivo, la minería, en forma de canteras al aire libre, y la caza sin control de vedas han estado a punto de acabar con este entorno único. El aprovechamiento cinegético, unido a la ganadería, ha hecho desaparecer especies como el ciervo, el jabalí, el corzo, el lince, el lobo o el buitre común. Desde la reconquista de la zona por los Reyes Católicos, los grandes herbívoros vieron cómo los bosques fueron desapareciendo en pos de los pastos, marginando las frondosas a lugares inaccesibles para el ganado. A su vez, las canteras han ido corroyendo gran parte de la Sierra, principalmente en el llamado Torcal Bajo, a fin de obtener las codiciadas calizas nodulosas rojas.
Desde la declaración de Parque Natural en 1978 y, más intensamente, con la actual protección de Paraje Natural, todas estas actividades se han extinguido o bien son controladas de forma estricta, como es el caso del pastoreo.
El Torcal de Antequera adopta formas y colores cambiantes, en función de la luz la perspectiva y la época del año.
